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Luis Eduardo Siles: "La primera entrevista que hice fue a un asesino"

Es un verdadero honor y motivo de orgullo tener esta semana en mi sección, Rincón Choquero, al reconocido periodista y escritor Luis Eduardo Siles.

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Luis Eduardo Siles
Luis Eduardo Siles: "La primera entrevista que hice fue a un asesino"

Hablar de Siles es hablar de una persona que enriquece la vida de quienes lo rodean: un ser humano culto, versátil, un profesional de gran calibre, un amigo leal y, sobre todo, una persona excepcional.

Luis Eduardo Siles es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (1981). Durante 17 años, fue parte de la redacción de El País, dirigió el periódico Odiel Información de Huelva y, entre 1989 y 2005, fue Jefe de Informativos de la Cadena SER en Huelva. Hoy en día, continúa escribiendo artículos de opinión y reportajes en diversos periódicos y revistas. Además, es autor de cuatro libros, entre ellos Teoría de Francisco Umbral, y ha colaborado en otros 15. Su carrera ha sido reconocida con más de 20 premios periodísticos y ha pronunciado conferencias sobre periodismo en universidades de España y Portugal.

Durante un seminario en el Algarve organizado por la prensa Española y Portuguesa
Durante un seminario en el Algarve organizado por la prensa Española y Portuguesa

Lo conocí hace aproximadamente cuatro décadas, cuando ambos coincidimos en la redacción de Huelva Información. Desde el primer momento, surgió una sintonía que se transformó en una sólida amistad, fortalecida con el tiempo.

Un recuerdo que guardo con especial cariño ocurrió cuando yo era columnista de deportes en Huelva Información. El director de entonces me pidió omitir un comentario sobre Cepsa en una de mis columnas, algo a lo que me negué. Como resultado, dejó de publicar mis escritos. Al enterarse de lo sucedido, Luis, que por aquellos años era director de Odiel, me ofreció unirme a su equipo para continuar escribiendo mis columnas deportivas. Además, me sugirió que cada fin de semana redactara una página de sociedad, un desafío que, aunque al principio dudé en aceptar, resultó ser un éxito. Ese gesto de generosidad es algo que nunca olvidaré.

Para conocer más a fondo su estilo, personalidad y su día a día, nos pusimos en contacto con él. Luis, siempre dispuesto, accedió a nuestra entrevista sin dudarlo. Así que, sin más preámbulos, ¡comencemos!

P: Lo primero que te tengo que preguntar es qué es de Luis Eduardo Siles desde que abandonaste Huelva allá por 2012, sobre todo para aquellos que te han perdido la pista.

R: He ejercido el periodismo, la pasión de mi vida. He practicado la escritura perpetua. He colaborado con revistas como ‘El Siglo’, ‘El Nuevo Lunes’, ‘Revista 21’, en los periódicos ‘El Norte de Castilla’, ‘Diario Jaén’ y ‘Viva Huelva’, en portales digitales como ‘Cine y Teatro’ y en el programa deportivo ‘El Pelotazo’ de Canal Sur. He publicado libros. He entrevistado a Pedro Sánchez (cuando accedió a la secretaría general del PSOE), a Pablo Iglesias, a Patxi López, a Luis de la Fuente, a Juan Mayorga, a Aitana Sánchez Gijón o a Carmen Machi, a decenas de políticos, escritores, intérpretes, que me han aportado muchísimo. Como siempre en mi vida, he estado muy pendiente de la respuesta que me permitiera vivir de la siguiente pregunta.

P: ¿Cómo recuerdas tu infancia en tu Jaén natal y qué soñabas con ser de mayor? Rememora tu niñez, ¿cómo la viviste?

R: Mi infancia en Jaén estaba llena de encuentros y de abrazos: con mis tíos, con mis abuelos, con mis primos. Mi abuela materna tenía una joyería en la calle Maestra, una céntrica vía peatonal, y eso me permitía entrar y salir libremente, ir a por tebeos o a por chucherías. Mi infancia sabía a chicle Bazoka. Esos años he tenido la oportunidad de contarlos, junto a otros escritores de Jaén, en cuatro libros colectivos cuya publicación impulsó el profesor jienense Juan Eduardo Latorre, en 2012, en 2014, en 2015 y en 2021. Yo fui a Jaén a presentar el volumen de 2015 y me eligieron también para la presentación del editado en 2021, pero no pude acudir por precaución ante el tremendo repunte que experimentó la pandemia en diciembre de ese año. Tampoco fui a Huelva a recoger mi diploma como Rey Mago de la Cabalgata onubense de 1998, que entregó el Ayuntamiento (yo fui el Rey Baltasar en una noche maravillosa, que se me ha quedado clavada con chinchetas risueñas en el alma). La Joyería de mi abuela era entonces para mí como La Ponderosa, de la serie televisiva Bonanza. Y yo soñaba con ser de mayor como ‘El Coyote’, el enmascarado de las novelas de José Mallorquí que yo, de niño, leía entusiasmado.

P: No sé si en tus sueños de niño ya pasaba por tu cabeza dedicarte al mundo del periodismo.

R: Por parte paterna vengo de una familia de médicos, pero todos ellos personas muy aficionadas a la cultura, grandes lectores. Uno de mis primeros recuerdos es el de mi padre (la persona esencial en mi vida), que cuando era yo muy pequeño se quedaba por la noche a escribir relatos en una habitación contigua a la mía. Mi padre admiraba a Hemingway y yo escuchaba desde la cama el rasguido de la pluma Parker que utilizaba sobre la cuartilla marca Galgo. Ras-ras-ras. Recargaba la estilográfica en un tintero Pelikán. Y yo pensaba que debía ser maravilloso eso de inventar historias. Y al llegar a Madrid, con nueve años, me plateé que lo más cercano a ser escritor era ser periodista. Y ahí surgió la vocación.

Mi padre compraba diariamente los periódicos ‘Ya’ y ‘Pueblo’, y a mí me traía el ‘As’ y, cada semana, el ‘As-Color’. Y en mis viajes a Jaén, mi tío Eduardo, hermano de mi madre, que era un extraordinario aficionado a la radio, me ponía a Juan José Molina, un clásico de Radio Jaén, que en julio hablaba sin parar durante una hora del Tour de Francia desde el estudio de Radio Jaén, sin haber visto casi nada de las etapas. Pero hablaba de Fuente (yo era de Fuente y del equipo Kas), de Ocaña, de Merck. Y en otro viaje a Jaén mi tío me recomendó escuchar en la radio a un periodista que yo había leído ya en ‘Pueblo’, pero que me marcó decisivamente: José María García. García fundó y dirigió la revista ‘Don Balón’, que vendía casi millón y medio de ejemplares semanalmente. Un día, con 16 años, escribí un artículo sobre una hoja cuadriculada, lo titulé ‘La Dedocracia’, lo metí en un sobre, y se lo mandé por correo a García a la revista. El artículo se publicó a las dos semanas en ‘Don Balón’. Significó algo colosal para mí, el indicio de que yo podría dedicarme al periodismo.

Luis Eduardo en su juventud
Luis Eduardo en su juventud

P: ¿Qué recuerdas de tu primer día de trabajo y en qué medio?

R: En segundo curso de la carrera de Periodismo me lancé a hacer entrevistas en Madrid a escritores y dramaturgos que había leído y me gustaban. A Francisco Umbral, a Claudio Rodríguez, a Francisco Nieva, a José Manuel Caballero Bonald. Yo tenía 18 años. Y llevaba las entrevistas a revistas que me gustaban. Todas legendarias de la época: ‘La Calle’, ‘Ozono’, ‘La Estafeta Literaria’. Me compraban todas las entrevistas y eso me animó mucho. Me pagaban 8.000 pesetas por cada entrevista de unos 10 folios. Un dineral comparado a cómo están ahora las cosas en el periodismo. Con 20 años entré en la Redacción de ‘Pipirijaina’, una prestigiosa revista de teatro. Esa fue mi primera Redacción. Pero mi mejor recuerdo es el invierno de 1987 en el ‘Huelva Información’. Pedro Rodríguez, que era entonces consejero delegado del periódico, me escogió en una selección de personal, entre decenas de aspirantes, que él y Fernando Merchán hicieron en un hotel de Madrid, tras un anuncio en un domingo en las páginas de Economía de ‘El País’. Yo estoy muy agradecido a Pedro Rodríguez. Pero hablaba del invierno de 1987. La calidez de aquella Redacción, la atmósfera familiar. El mejor amigo que yo tuve en mis años en Huelva: Pepe Romax. Los compañeros: Helenio, Sugrañes, Peinazo, Ángel Ocaña, Miguel Ángel Velasco, la Puente (tan añorada), Gamero. Pepe Romax cantaba zarzuelas entre las mesas de la Redacción y José Luis Camacho Malo entraba a la carrera a consultar algo con Merchán porque había un contrato publicitario que firmar. Pepe Romax era fieramente humano. Un par de veces me lo tuve que llevar al bar de Gerardo en la Plaza de San Pedro para evitar conflictos con un colaborador del periódico, ex entrenador del Recre, al que no soportaba. Fernando Merchán es el mejor director que he tenido en mi carrera, y lo digo desde el sosegado convencimiento de un casi inmediato jubilado.

Entrevistando a Aitana Sánchez -Gijón
Entrevistando a Aitana Sánchez -Gijón

P: ¿Por qué escogiste el periodismo?

R: Porque nunca me planteé ejercer otra profesión. Y dudo de si hubiera servido para otra cosa. O quizás sí.

P: ¿Cómo ha sido el camino?

R: De lucha extenuante. De lucha constante. De madrugones. De permanente sensación física de sueño y agotamiento. De suave caricia de una profesión maravillosa. Un camino apasionante.

P: ¿Recuerdas la primera entrevista y a quién se la hiciste?

R: La primera entrevista que hice fue a un asesino. Yo estaba en segundo de la carrera de Periodismo y había que hacer un trabajo de fin de curso para la asignatura de Redacción Periodística. Escogí el tema de la situación crítica en las cárceles españolas, de la que se hablaba mucho en ese momento de la Transición. Hablé con gente de la Copel (Coordinadora de Presos en Lucha). Pero en las puertas del antiguo Pabellón de Deportes del Real Madrid, donde acudí a un concierto en reivindicación de Andalucía, en el que Carlos Cano interpretó un maravilloso “Andaluces de Jaén”, encontré a un tipo dando pasquines que reclamaban ayuda para los presos. Decía que era ‘El Cantúo’, el preso español que más veces había estado en la cárcel, un total de 70. Parecía un Papa Noel de película de terror. Quedé en entrevistarlo. Y me gané su confianza. Me dijo que había estado en la cárcel por delitos que no había cometido. Pero que su principal delito, un asesinato, había quedado impune. Y hacía más de 20 años que lo cometió, por lo que había prescrito. Me lo contó paso a paso. De joven tiró a un fraile a la ría de Bilbao, en venganza, dijo, porque el clérigo lo había violado. En esos días, el Grupo 16, que editaba ‘Cambio 16’ y ‘Diario 16’, había lanzado un nuevo periódico al estilo del ‘Bild’ alemán, titulado ‘Libre’, volcado en los sucesos, que dirigía Román Orozco, que años después fue director mío en el suplemento de ‘El País-Andalucía’. Yo llevé los 16 folios de la entrevista y Román me la compró entusiasmado. Yo tenía interés en cómo editarían la entrevista en el periódico. Y a los pocos días la encontré abriendo la portada, con unas letras grandísimas: ‘El Cantúo’ cuenta su vida’: “Maté a un fraile porque me violó”. Revelación de un crimen en exclusiva”. La entrevista se publicó en un serial de cuatro días. Siempre con titulares en portada. Yo cobré 14.000 pesetas por aquella entrevista y me pusieron Matrícula de Honor por el trabajo en la Facultad.

P: ¿Siempre has hecho periodismo cultural o político o has tocado otros registros?

R: Yo he hecho de todo, porque el periodismo es un ejercicio de supervivencia continuo. Entre 1985 y 1987 trabajé en Ediciones Heres, que editaba las revistas ‘Pronto’, ‘Tele Indiscreta’, ‘Garbo’ y ‘Super Pop’. Me mandaron de ‘Super Pop’ a que hiciera la primera entrevista que concedía la nueva solista del grupo ‘Olé- Olé’. Fue en el Auditorio del Parque de Atracciones de Madrid. Entró al camerino una chica normal, pero, tras maquillarse y vestirse para el concierto, en el momento de la entrevista, me topé con una mujer decididamente deslumbrante, vestida con transparencias negras, un pelo rubio maravilloso. Me sentí, sí, como un soldado sin batalla ante esa joven desconocida cuyo nombre yo memorizaba torpemente: Marta Sánchez. Yo escribía también para ‘Pronto’ folletines por entregas de los actores de la televisión, con los que pasaba tres o cuatro días con ellos, contándome su vida. Me hice muy amigo de Antonio Ferrandis, en pleno éxito como Chanquete en ‘Verano azul’. Me habló abierta y sinceramente de su homosexualidad, asuntó tabú entonces. Pero luego me pidió que no publicara nada de eso. Y cumplí con lo que me pidió.

Entrevistando al escritor Daniel Bernabé
Entrevistando al escritor Daniel Bernabé

P: Dentro de la profesión, ¿cuál ha sido el mejor consejo que has recibido y de quién?

R: De Francisco Umbral. La primera vez que lo entrevisté, en tercero de carrera, me atreví a pedirle consejos. Me dijo que debía escribir diariamente, para crear un estilo propio. Y que al pasar delante de un quiosco mirara las publicaciones, los periódicos y las revistas, para escribir en la mayoría posible, para que mi nombre estuviera en todos los sitios. Seguí su consejo. Y entre 2003 y 2005 fui Jefe de Informativos de la Cadena Ser en Huelva, corresponsal de ‘El País’, y subdirector del ‘Odiel’. Miraba al quiosco y ahí estaba ‘El País’ con mis crónicas’, el ‘Odiel’, en el que diariamente publicaba una columna, entre otras cosas, ‘El Correo de Andalucía’ y ‘El Correo de Málaga’, que reproducían la columna del ‘Odiel’, y cada día ponía en antena los informativos provinciales de Radio Huelva, más las entradas en los informativos regional y nacional. Y hacía crítica de libros en la revista ‘Mercurio’. Seguí lo que me dijo Umbral. También me dieron buenos consejos Fernando Merchán y Juan Carlos Narváez.

En Madrid junto al monumento dedicado al escritor Pedro Calderón de la Barca
En Madrid, junto al monumento dedicado al escritor Pedro Calderón de la Barca

P: ¿Cuál ha sido el momento que más te ha marcado profesionalmente y por qué?

R: Yo había sacado muchas primicias en el ‘Huelva Información’. Una detrás de otra. Y en febrero de 1989, mientras comía en mi casa, sonó el teléfono. Era Fernando Orgambides, que me proponía quedar con él, porque me querían como periodista de Radio Huelva Cadena Ser y corresponsal de ‘El País’. En aquellos años, ‘El País’ era la Biblia del periodismo. Los políticos no se atrevían en Las Cortes a hacer declaraciones hasta haber leído el editorial de ‘El País’. Y el periódico se nutría de fichar a los mejores profesionales de otros medios. Y la Cadena Ser tenía su prestigio histórico, multiplicado por su arriesgada labor en favor de la democracia la noche del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Yo me reuní con Orgambides en la delegación de ‘El País’ en Sevilla y estuvimos rápidamente de acuerdo en todo. Francisco Umbral me había dicho que los jóvenes están unidos al tronco de la vida, aunque solo lo perciben en alguna aislada ocasión. Aquella tarde, al salir de la Redacción de ‘El País’, yo comprendí lo que era estar pegado al tronco de la vida mientras paseaba junto al Guadalquivir, esas brasas que habitan en el centro de la Tierra de las que nace la existencia y que las tocas sin quemarte. Únicamente superé esa sensación emocional las dos veces en que vi por primera vez a mis hijos, Beatriz y Edu, recién nacidos.

P: ¿Crees que se ha valorado convenientemente tu aportación a la historia del periodismo onubense?

R: Tu pregunta ya tiene un sentido en sí misma. Que te agradezco. No me preguntas ¿crees que se ha valorado tu labor periodística en Huelva? Hablas de “la historia del periodismo onubense”. Pues bien, Félix: Yo he sido el mejor periodista en la historia del periodismo onubense. No lo voy a razonar, porque hubo uno que enfermó intentado demostrar la evidencia. Insisto: Yo he sido el mejor periodista en la historia del periodismo onubense.

P: ¿Qué noticia te hubiera gustado no haber publicado?

R: Hay un hecho que seguí periodísticamente muy de cerca, paso a paso, del que han pasado más de 30 años, pero continúa produciéndome un dolor terrible: El asesinato de la niña onubense Ana María Jerez Cano a manos de José Franco de la Cruz, alias ‘Pepe Bocas’. Fue algo terrible. Me gustaría transmitir a la madre de Ana María, con la que no hablo desde hace 12 años, que para mucha gente, como yo, ese dolor sigue intacto, pero que en ese dolor y en el continuo recuerdo, vive su hija todavía. Que no olvidaremos jamás a la niña Ana María. 

P: Has trabajado para prensa escrita y en la radio. ¿Por qué medio te decantas?

R: Me gusta mucho escribir. Leo mucho. Y permanentemente he tratado de escribir cada día mejor. Pero yo estoy muy satisfecho de mi trabajo en la radio. Porque acerté a adaptar al medio una voz poco radiofónica. Acerté a comunicar con mi voz. Gran parte de mi vida ha estado en la radio. Un medio que tiene algo de sobrenatural. Yo no sé cómo se habla a un micrófono y las palabras llegan al receptor a través de unas denominadas ondas hertzianas. ¿Y eso que es? La radio es mágica. Yo leo mucho. Y casi no veo televisión. Por las noches escucho ‘Hora 25’ y ‘El Larguero’. Me puedes preguntar si añoro la radio. Yo añoro la radio todos los segundos, de todos los minutos, de todas las horas, de todos los días, de todas las semanas, de todos los meses, de todos los años.

P: ¿No has vuelto a visitar Huelva desde tu marcha?

R: He ido muy pocas veces. Porque en estos años no me he dedicado a vivir, sino a sobrevivir. Pero te adelanto una cosa: En no demasiado tiempo regresaré a vivir en Huelva. Barajo vivir en la capital o en algún pueblo de la Sierra. Pero mi intención es volver a vivir en Huelva.

R: ¿Qué echas de menos de esta tierra en tu actual destino?

R: La gastronomía. Santa Teresa de Jesús escribió que “Dios habita entre fogones”. Pues bien, yo descubrí que Dios habita en los mesones de Bollullos Par del Condado. Una ración de jamón, un platazo de gambas, presa ibérica y una copa de vino del Condado. Eso no se encuentra en Madrid donde se encuentra casi todo. Yo he podido soportar la ausencia de mis amigos de Huelva. Pero no soporto la ausencia del sabor de las gambas de Huelva.

P: Sé que sigues de cerca la actualidad de nuestra ciudad y que estás al tanto de la situación del Recreativo. ¿Qué futuro le ves?

R: Muy bueno, porque el Recre tiene una masa social grandísima que lo apoya esté dónde esté. El Real Madrid es un equipo temido y el Recreativo es un equipo querido. Yo he visto al Recre muchos años en Primera, ser subcampeón de Copa del Rey y, en el Bernabéu, ganar 0-3 al Madrid de los Galácticos (goles de Simana, Uche y Viqueira) en diciembre de 2006, no sólo en el mejor partido de la historia del Decano, sino en uno de los mejores partidos de un equipo de fútbol que yo haya visto nunca. El ascenso a Segunda del Recre está al caer, y veremos lo que tarda en volver a Primera. Creo que no tardará mucho.

P: Siguiendo en clave de Huelva, tras unos años fuera de ella, ¿crees que con la entrada de nuevos actores en la escena política, Huelva puede verse beneficiada o, por el contrario, seguirá en el ostracismo?

R: Yo sigo la política onubense a través de los periódicos digitales. No puedo formular un análisis profundo. Pilar Miranda es una mujer inteligente, una política veterana, y una persona que supo impregnarse de la forma de hacer política de Pedro Rodríguez. Puede ser una buena alcaldesa. Perico ganó las elecciones municipales de 1995 contra todo pronóstico, sólo creíamos en su triunfo Fernando Merchán y yo. A las cuatro de la tarde de ese día electoral vi al socialista Genaro García Arreciado arrastrando los pies, arrastrando el alma, por una solitaria Plaza de Las Monjas. Llevaba las encuestas a pie de urna. En ese momento supe que había ganado Rodríguez. Por lo demás: Pepe Romax me dijo a poco de llegar yo a Huelva en mayo de 1987: “En Huelva hay algunos canallas, pero muchísima buena gente”. El gran problema de Huelva es la envidia. Los envidiosos son muy pocos, pero son tremendamente activos, incansables, agotadores, y tienen una capacidad de contagio desorbitada, como el peor de los virus en la peor pandemia. La envidia es lo que paraliza a Huelva, no Sevilla ni la política. Pero casi toda la gente de Huelva es excepcional. Con excelentes periodistas. Como Manolo Delgado, de Canal Sur. Manolo ha ganado unos diez premios nacionales de periodismo por sus reportajes en la radio. Eso es prodigioso. Yo no sé si en Huelva y en su propia Casa profesional lo valoran. A Madrid viene a recoger sus premios, luego se toma un café en el Café Gijón con el diploma del galardón y los bolsillos llenos de la cuantía del certamen, y coge un taxi a toda prisa hacia la estación del tren para regresar a Huelva porque no soporta Madrid.

P: Por cierto, no puedo dejar esta pregunta en el tintero. ¿Qué sientes cuando ves a tu hijo que ha seguido tu profesión y que está triunfando?

Con su hijo Edu y Alfredo Relaño
Con su hijo Edu y Alfredo Relaño

R: Aquí tengo que aplicar la síntesis, una cualidad que tiene Edu, que acierta a dar inmediatamente con el núcleo, con la esencia de cada noticia. Edu tiene carisma y capacidad de narrar. Con el carisma se nace, como la rapidez en los futbolistas, es lo único que no se entrena. Viene de cuna. Pero Edu es un gran narrador de noticias. Y lo es en un momento en que la capacidad de narrar se está perdiendo, no solo en el periodismo, sino también en la novela, en el cine y en el teatro. Además, Edu, como se decía de los buenos actores, “pasa la batería”. Es decir, no es una figura en el plasma que cuenta algo. Edu parece entrar en la sala de estar, y contar allí la información. Porque Edu nunca habla para una audiencia, pongamos que para 50.000 personas, sino que habla a cada espectador uno a uno, individualmente, y el espectador tiene la sensación de que lo que dijo Edu se lo ha dicho sólo a él, personalmente, en confidencia. Edu es un luchador y un resistente. Y un tío muy guapote, que eso también ayuda en la televisión. Tiene una vocación periodística absoluta. A los seis años ya escribía la crónica del partido del Recreativo al llegar a casa en un folio. En junio de 1997, cuando el Recre perdió (2-0) el ascenso a Segunda A en Los Pajaritos frente al Numancia, yo escribí la crónica para ‘El País’ y la dicté al periódico. Edu, con siete años, escribió también su crónica. La leí. Era mejor que la mía, por el dolor que transmitía, por la humanidad que contenía, por lo bien escrita. Se la mostré a Juan Carlos Narváez, director entonces de Radio Huelva, que se quedó asombrado. Aquel día pude haber enviado la crónica de Edu a ‘El País’, firmar Edu Siles, nadie hubiera dicho nada, y Edu hubiera debutado en ‘El País’ con siete años. Y antes hablaba de humanidad. Edu tiene una humanidad, es tan buena persona, que transmite confianza, y esa confianza se convierte en credibilidad periodística. Edu nació el 13 de abril de 1990, Viernes Santo, con el Nazareno en la calle, y una enfermera del hospital Manuel Lois se me acercó y me dijo: “Usted que es grande debe ser el padre, porque ha nacido un niño que parece un toro”. Y me mostraron a Edu desde detrás de un cristal, y Edu parecía un ángel furioso diseñado por Leonardo da Vinci. Y mi hija, Beatriz, es una luchadora, una mujer que es consciente de que la vida son las decisiones que tomamos, y ha tomado siempre decisiones arriesgadas, inconformistas, valientes. Beatriz es esencialmente una mujer valiente. Tiene dos hijos, mis nietos, Marcos y Alejandro, que, como dijo el poeta, son “esa corporeidad mortal y rosa donde el amor inventa su infinito”.

Ejerciendo de abuelo con sus nietos Marcos y Alejandro
Ejerciendo de abuelo con sus nietos Marcos y Alejandro

P: Dicen que trabajar tras la jubilación puede parecer una contradicción, pero no necesariamente es así. Y como sé que estás próximo a jubilarte y que eres un enamorado de tu profesión, ¿por dónde pasa tu elección?

R: Yo me aparto profesionalmente del periodismo pero escribiré durante toda mi vida. Francisco Umbral murió intentando dictar su último artículo. Pues eso.

P: Se suele decir “qué bien se está cuando se está bien”. ¿En qué momento te encuentras de tu vida?

R: En mi adolescencia leí ‘La hoja roja’, una novela extraordinaria de Miguel Delibes, en la que se decía que “la jubilación es la antesala de la muerte”. No es para tanto. Pero la jubilación sí es como un certificado oficial de que uno ya se ha hecho viejo. Y yo tengo claro que la clave de una buena vejez consiste en un pacto secreto con la soledad. Ese pacto lo tengo sellado y rubricado. Rosa Montero escribió que “la vejez es la época heroica del ser humano”. Porque debe enfrentarse a las enfermedades, al deterioro físico y mental. Yo creo en Dios. Temo a las heridas de las enfermedades, pero no temo a la muerte. Como los estoicos, pienso que si yo estoy aquí, la muerte no está, y si la muerte llega, yo ya no estaré. De modo que nunca coincidiré con ella. Mi firma lleva 47 años ininterrumpidos en periódicos y revistas. Confieso que he vivido.

P: ¿Quieres añadir algo más?

R: Darte las gracias. Yo recuerdo con nostalgia aquellas largas conversaciones que manteníamos en el ‘Odiel’, donde tú escribías artículos de Sociedad en una sección titulada ‘Huelva Moral y Rosa’. Y en aquellos tiempos llevabas un sombrero blanco. Nunca te lo dije, pero parecías un dandy. Como Umbral. Que era de lo que se trataba. Un abrazo.

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