lunes. 03.06.2024
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Camino del Rocío: Desde Cataluña a las marismas

Así vive y siente El Rocío un peregrino de la Hermandad de Cornellá

Un peregrino de la Hermandad de Cornellá narra en este artículo la vivencia de su paso por El Rocío acompañado por hermanos y hermanas entre los que se encontraban dos Mossos d'Esquadra. 
En el camino hacia la aldea almonteña
En el camino hacia la aldea almonteña
Así vive y siente El Rocío un peregrino de la Hermandad de Cornellá

Texto: Ot García Ruiz,  Regidor de Cultura del Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat e integrante de Juventudes Socialistas en Catalunya (Secretario General).

Los preparativos los hice con nervios. No sabía muy bien qué era eso del Rocío, pero todo el mundo me había hablado muy bien. El despertar del jueves de madrugada me anunciaba que el viaje iba a empezar.

A las 7 de la mañana me encontraba con un grupo de hermanos y hermanas de la Hermandad del Rocío de Cornellà en el aeropuerto de Barcelona. Con ellos también dos compañeros de los Mossos d’Esquadra de la ciudad. El vuelo perfecto y, al aterrizar, un hombre al cual conocía se acercó a mí para partir hasta aquella aldea rodeada de las marismas del Doñana. El padre Gregorio. Mantuvimos una conversación.

Ha sido nuestro guía espiritual, pero también fue mi guía en ese trayecto. Iba explicando todo lo que me iba a encontrar. Y en su voz sosegada se notaban esos dejes de nerviosismo por llegar ya.

Visita a la Blanca Paloma
Visita a la Blanca Paloma

Y entramos, y mientras nos íbamos hundiendo en la arena, nos acercábamos a la casa donde nos íbamos a alojar. La primera persona que vi no pudo ser otra que Concha, la presidenta de la Hermandad. Su rostro me transmitió felicidad. Y me abrió su casa, la suya y la de todos los hermanos. Saludos y más saludos. Y al que pienso que he saludado, me vuelve a abrazar. Con ansia quiero salir a la arena de nuevo. Pisarla. Tocarla. Y otro guía aparece en mi camino.

Con su acompañamiento descubro los rincones de la Aldea. Y me lleva hasta la Virgen. Historia y fe salen de él. Y música. Toda la que nos ha hecho compañía durante los momentos más importantes del viaje. Aitor. El Tamborilero.

El alboroto de mochilas en la puerta de la casa nos anuncia que el viaje a Almonte llega ya. Que el camino va a empezar. Nos esperan unos mulos que con el Sin Pecado parece que quieren jugar. Lo que no saben es que poco a poco ellos se van a calmar.

Las campanas de la Iglesia de la Asunción repican a nuestra llegada. Es momento de una parada. Nos presentamos ante la Hermandad matriz de Almonte y seguimos nuestro camino.

LLegada a la iglesia de la Asunción en Almonte
LLegada a la iglesia de la Asunción en Almonte

Y es a partir de ahí cuando empiezan los momentos más importantes para mí. A cada paso que doy conozco a otro hermano o hermana. Su historia. Su forma de creer. Pero sobre todo, su cariño por estar haciendo el camino juntos. Fraternidad y nobleza en cada uno de ellos.

Y al llegar la noche, el Alcalde de Carretas nos hace parar para descansar. Manel. Él con su hermano Oscar se llegaron los primeros hasta la arena de la Aldea unos cuantos días antes que el resto de la Hermandad. Lo han preparado todo y aún estando cansados en muchos momentos han sido los primeros en hacer lucir al Sinpecado rodeado de esas flores de colores hasta llegar al altar. La noche oscurece y el Rosario a la voz de Pepi en medio del campo toca rezar. Y al acabar todos en círculo alrededor del Sin Pecado empiezan a cantar.

La juventud anima la fría noche con su voz y, de mientras, algunos otros empiezan a bailar. Van desapareciendo hermanos y las voces se apagan ya. Pero vuelve a resurgir una que tiene un tono angelical y cuando coge el ritmo nadie la puede parar. Eva. Yo me voy a dormir ya, que en pocas horas el Tamborilero va a empezar a tocar. No es él quien me despierta, sino su abuela que al lado de él está.

No hemos dormido mucho, pero al cuerpo no le faltan ganas para el camino seguir haciendo y a la Aldea del Rocío llegar.

Y seguimos compartiendo momentos. Pasos que cada vez más cuestan de dar. Y canciones dedicadas entre hermanos suenan detrás del carro. Lágrimas y abrazos se dan. Y después de una parada para comer, el Rocío está al llegar. Y se levanta el polvo cada vez más. Y los ojos se van cerrando. Un poco, otro poco, hasta no ver nada. Y al abrirlos de nuevo una lágrima de emoción se me cae de ver el reencuentro de Sole, Manuel y Eli con toda su Hermandad.

Caminos diferentes que nos han llevado al mismo lugar. Y ahora hacia la presentación nos vamos sin parar. Y los mulos se encaran rampa arriba hasta que el Sin Pecado con la Virgen cara a cara están. Y se hace el silencio para que los Vivas del Hermano Mayor suenen desde la Aldea hasta Cornellà. Paco. Y ahí viajas hasta tu mundo. Hasta aquel perfecto que querrías estar viviendo. Aquel en el que no faltan las personas a las que quieres tanto y ya no están.

Pero son esos momentos los que te hacen pensar que en algún momento te los vas a volver a encontrar.

Seguimos poco a poco por la Aldea, y los vecinos y vecinas le cantan sin parar. El Sin Pecado del Rocío de Cornellà enfrente de la casa de sus Hermanos vuelve a estar. Y toca el seguir compartiendo. Es momento para reír. Para bailar y cantar. Y ante todo eso, compañeros y compañeras de otras Hermandades nos vienen a saludar.

La noche es larga, y sacamos las fuerzas para seguir y seguir sin parar, hasta el último baile en el que pensamos que mañana a los Mossos tenemos que acompañar. Y nos cuesta. Café. Otro café. Y corbata en cuello hasta el altar volvemos a peregrinar.

Los Mossos d’Esquadra su ofrenda a la Virgen dejan ante su mirada. Jordi y Juanjo. Y después de abrazos y reconocimientos volvemos a casa. Es hora de desayunar.

Sábado de Rocío. Por casas privadas me llevan sin parar, hasta llegar a Gines donde en una reunión nos paramos a saludar. Eusebio. Otra Hermandad pero como en nuestra casa me siento mientras algo fresquito me invitan a tomar.

Y seguimos descubriendo la Aldea que sirve para reencontrar a personas que el camino hace 20 años te ayudaron a superar. Y en casa del carrero de antaño de Barcelona unas gambitas de Huelva con Pilar y María del Mar (la Cari) nos paramos a degustar. Y al llegar a la casa nuevos hermanos han aparecido ya, que ellos con Triana han hecho el camino desde días atrás.

Y en esa casa se demuestra con un pequeño gesto todo lo que significan las palabras convivencia, agradecimiento y amistad.

Y es que la guitarra que no ha dejado de tocar, en realidad era un regalo que Iván a todos nos había hecho firmar. Para la Presidenta y el Hermano Mayor que seguro con mucho cariño la guardarán.

Y la noche rápido se pasa. Y al despertar la primera imagen que veo es a Natalio en la misa con el Sin Pecado llevando. Y las caras de las que en la casa se han quedado, viendo al Padre de fondo con su gorra entero de blanco. Se escuchan comentarios de que es el más moderno. Todos sabemos que es querido por todos ellos. Y ya es mi hora de partir. Y a los primeros que veo al despedir son a Marru y Montse que en el porche a la sombra conversan con los demás sin parar. Poca gente me encuentro más. A los que había, el adiós he podido dar. Y a los que no, que sirva este mensaje como despedida final.

Procesión de la Blanca Paloma (Foto: Julián Pérez, gentileza de Diputación de Huelva)
Procesión de la Blanca Paloma (Foto: Julián Pérez, gentileza de Diputación de Huelva)

Que yo me he ido pero prometo volver ante el altar de esa Virgen que hasta las marismas me ha hecho viajar. Y ahora ya aquí en Cornellà. Y no puedo parar de pensar, cuándo va a ser la próxima vez que la canción que todas las chicas han compuesto para la Hermandad yo voy a volver a escuchar. No sé qué tiene el Rocío, pero algún día estoy seguro que allí voy a volver a estar.

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